jueves, 4 de julio de 2013

El Agua del Grifo

Al menos seis ciudades españolas distribuyen entre sus ciudadanos agua de grifo no potable, y otras quince capitales de provincia superan en la actualidad los límites de trihalometanos que marca la futura normativa comunitaria. Un informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre calidad, consumos y políticas de ahorro de agua alerta de la presencia excesiva de éstas sustancias nocivas y otras en un tercio de las poblaciones analizadas. El peligro no es inmediato, subraya la OCU, pero las autoridades municipales deben ponerse manos a la obra.

El análisis parte de una pregunta elemental. ¿Sabemos lo que sale del grifo cada vez que lo abrimos? La respuesta es no. «Hay una gravísima falta de información al ciudadano», lamenta Ileana Izverniceanu, portavoz de la asociación. La crítica es general, pero afecta sobre todo a los vecinos de las seis capitales que salen peor paradas del examen de sus aguas. Son Cáceres, Ciudad Real, Zamora, y parte de Alicante, Ávila y Murcia -estas tres últimas tienen distintos puntos de suministro-. En todas ellas se disparan los niveles de trihalometanos muy por encima de los actuales límites legales que determinan la potabilidad del agua (150 microgramos por litro). Cáceres estaba en septiembre de 2005 en los 251 microgramos por litro, aunque la cifra oscila.

Otras 15 capitales se ajustan por poco a la normativa vigente, pero vulneran el tope de 100 microgramos marcado por la directiva comunitaria que entrará en vigor en 2009, tras el actual período transitorio. Son Badajoz, Bilbao, Cádiz, Huelva, Lugo, Orense, Santander, Segovia, Sevilla, Tarragona, Valencia, y parte de Ávila, Córdoba, Valladolid y Vitoria.

Trastornos hepáticos

Los trihalometanos son compuestos orgánicos volátiles fruto de la reacción de la materia orgánica que transporta el agua sin tratar con el cloro que se emplea en la planta potabilizadora para su desinfección. Su ingesta en cantidades elevadas y durante un largo período de tiempo causa daños hepáticos y son «potencialmente cancerígenos», según la Agencia Internacional del Cáncer. Aun así, no debe cundir la alarma.

«Que el agua no sea potable por trihalometanos no quiere decir que haya que dejar de beberla de inmediato. El daño, si lo hay, se produce después de largos períodos de tiempo», aclara Belén Ramos, técnico de calidad de la OCU. Se trata sólo de una llamada de atención a los municipios afectados para que apliquen las medidas necesarias para neutralizar el problema. 

La solución, dice la OCU, es sencilla: filtros de carbón activado en las plantas potabilizadoras municipales que depuran el agua para el consumo humano. Paradójicamente, algunas de las ciudades incluidas en la lista negra ya cuentan con este mecanismo de seguridad, «pero o no lo utilizan bien o no hay el mantenimiento adecuado para que funciones bien», recalcan.

¿Otras bacterias?

El estudio de la OCU incluye otros cinco parámetros de calidad del agua de grifo de los municipios examinados. La turbidez, inocua en principio pero que provoca rechazo en el usuario, es evidente y supera los límites tolerables en el agua de Ávila-norte, San Sebastián, Orense y, sobre todo Huesca. 

Los nitratos (contaminación por abonos) apenas afloran; y la microbiología (bacterias como la escherichia coli y coliformes totales) arroja resultados «satisfactorios», dice el informe. 

También se evalúa la conductividad (causante de corrosión en las tuberías y electrodomésticos), que es alta en el mediterráneo. Y, finalmente, la geosmina, alga no tóxica que altera el olor y el sabor del agua: aparece en Bilbao, Alicante, León, Valencia, Murcia y, finalmente
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